Nicolas Paganini: el violinista del diablo5 minutos de lectura

Son muchos los personajes que han sido acusados de pactar con el diablo pero el violinista Nicolás Paganini es probablemente el más famoso de ellos.

Él mismo se encargó de auspiciar esa creencia, se presentaba a tocar con fuego iluminando el escenario, mientras el tocaba notas absolutamente prodigiosas todo tras él parecía arder en llamas, su erguido y flaco cuerpo junto a sus enormes manos le daban un aire paranormal que creaba ese aura de malignidad. El sonido de su música era tan espectacular que pocos creían que un humano pudiera tocar así por sí mismo.

Paganini

Nació en Génova, el 27 de octubre de 1782, empezó a estudiar la mandolina con su padre a los cinco años. A los siete años comenzó a tocar el violín. Se cuenta que de niño su padre le dijo un día

 “Nicolás, tú vas a ser el más grande violinista del mundo, de mi cuenta corre”,

Sin duda lo logró.

Hizo su primera aparición pública a los nueve años y realizó una gira por varias ciudades de Lombardía a los trece. No obstante, hasta 1813 no se le consideró un virtuoso del violín.

No faltaron testigos que juraban haberle visto haciendo un pacto con el diablo, todo el mundo lo llamaba “El violinista del diablo” y su fama fue creciendo hasta convertirse en el más famoso violinista. Se decía que en la mayoría de sus apuntes aparecía una nota extraña a la que llamaron «nota 13». El talento de Paganini parecía entonces insuperable: sus hazañas tocando el violín incluían la impresionante habilidad de tocar a una velocidad de 12 notas por segundo, algo hasta entonces impensable.

diablo

A pesar de ser realmente feo, las mujeres se rendían a sus pies, se cuenta de él que una vez una dama se encerró en su cuarto para no permitirle yacer con ella, Paganini se las apañó para llegar hasta el balcón e improvisó una sonata con una sola cuerda, la dama no pudo evitar hacerle un hueco en su cama.

Iba de cama en cama, era lo que más le gustaba, incluso más que gastar dinero pese a que lo hacía a espuertas. Su obsesión por las mujeres incluso le llevó a la cárcel del 6 al 25 de mayo de 1815. Un sastre apellidado Cavanna le había acusado de seducir a su hija Ángela, de 20 años. Mientras el juicio se celebraba, el violinista permaneció en prisión. Sólo cuando el acusado indemnizó a Cavanna con 1.200 liras, pudo abandonar la cárcel. La sentencia condenatoria encerraba una flagrante contradicción: mientras reconocía que Ángela era una mujer de costumbres más bien licenciosas, cargaba toda la culpabilidad sobre el violinista.

Pese a todos sus amoríos, Paganini contrajo matrimonio con la cantante Antonia Bianchi, con la que tuvo un hijo al que llamó Aquiles.

Su salud se fue deteriorando a causa de una tuberculosis diagnosticada en 1819. En septiembre de 1834 Paganini dejó la música de manera definitiva. En 1836 su casino recién fundado entró en quiebra dejándolo en la ruina y obligándolo a vender muchos de sus preciados instrumentos para pagar sus deudas. En los años 1834 y 1840 padeció dos fuertes episodios de hemoptisis, siendo el segundo el que precipitó su muerte.

Durante el avance de la enfermedad, que pasó de sus pulmones a la laringe, padeció afonía crónica los dos últimos años de su vida. El músico además se medicaba con mercurio para tratar la sífilis que también padecía. Nicolás Paganini falleció en Niza (Francia), el 27 de Mayo de 1840, pero el obispo de Niza negó el permiso para su entierro y su ataúd permaneció varios años en un sótano. La Iglesia no quería enterrar en terreno sagrado a un personaje que había pactado con el diablo, tuvo que esperar hasta 1876 para que su funeral fuera permitido en el cementerio en Parma.

Este video nos puede dar más pistas sobre el supuesto pacto con el diablo de Paganini.

Nicolás Paganini ha pasado a la Historia como uno de los mejores violinistas de la Historia, destacó por el uso de nuevas técnicas de staccato y pizzicato.

A la creencia de su pacto con el demonio ayudaba y mucho su aspecto físico, sufría el Síndrome de Marfan que, entre otras, hace que las personas tengan extremidades particularmente largas y delgadas. Con seguridad fue esto y no el demonio lo que le permitió realizar sus impresionantes hazañas. Sus manos, que según se cuentan tenían 45 centímetros de punta a punta, le facilitaban sobremanera el manejo del instrumento.